Valdelacasa, Ventana a Altamira
La repoblación cristiana hizo posible la fundación de esta localidad, situada junto a una llanura y la sierra de Altamira. Conserva dólmenes prehistóricos, un becerro y núcleos de población romana. Destaca la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción
VICENTE POZAS (16/09/2003)
El territorio está dominado por una sierra muy erosionada, la de Altamira, formada en su base por pizarras y en la cima por masas de cuarcita, con un perfil alomado, de líneas redondeadas y suaves. En este pueblo se encuentran los altos del Camorro, Risco Romero, Collado Montero y Corral de las Yeguas. Más abajo se llega a una llanura central, cubierta generalmente por pizarra y cuarcita.
En cuanto a los árboles, la encina y el olivo copan el mayor espacio, dejando algunas piezas a los chaparros, alcornoques, enebros, álamos blancos, castaños y algún nogal. El carboneo principalmente, así como las formas agresivas de cultivo, despejaron el paisaje de árboles. Toda la fauna se centra en la sierra de Altamira, que ya era citada en los libros de monterías de Alfonso XI, en la que se cazaban abundantes Osos.
LOS DOLMENES
Los orígenes de Valdelacasa del Tajo corren paralelos a los del Villar del Pedroso, con un marco prehistórico representado por los dólmenes del Tesoro y las Atalayuelas, y la figura de un verraco muy deteriorado que se conserva en el corral de un vecino de la localidad. Se conocen, además, varios núcleos de población romana en Los Villares, en las cercanías de la Posada del Rey, en Navalapicaza y tal vez en el mismo núcleo urbano de Valdelacasa, si se tienen en cuenta las inscripciones descubiertas correspondientes a este periodo.
En los primeros compases de la Edad Media su población quedó repartida en torno a la fortaleza de Espejel en el Tajo, hasta que las fronteras con el Islám se consolidan en una estrecha franja de Andalucía. Entonces la repoblación cristiana hará posible la fundación de núcleos como el de Valdelacasa en la llanura central, que pasa a configurarse como uno de los núcleos más importantes del territorio. Fiel reflejo de su situación y su humilde economía son los escasos pero bien proporcionados monumentos.
Así, dentro de su patrimonio destaca la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, un edificio realizado, esencialmente en mampostería, pero con presencia de sillarejo en uno de sus muros. Su única nave está estructurada en tres tramos, separados por arcos fajones de medio punto que se han cubierto por una techumbre moderna. El coro a los pies, se levanta sobre el arco carpanel y bóveda de cañón con lunetos.
El templo tiene dos portadas, una de ellas cegada. La del lado sur, abierta, es adintelada y protegida por un pórtico. Del interior destaca fundamentalmente la capilla del Cristo y la sacristía, pieza que conserva el artesonado que cubría originalmente el templo parroquial. No hay otras piezas de interés artístico.