jueves, 16 de octubre de 2003

Peraleda de San Román, olor a jara


Peraleda de San Román, olor a jara
Calles estrechas y tortuosas, un templo parroquial que adopta el nombre de San Juan Bautista y el complejo arqueológico más importante al norte del Tajo, son las señas de identidad de Peraleda de San Román, entre cuya vegetación destaca la jara y la encina
VICENTE POZAS (16/10/2003)
Vista panorámica de Peraleda de San Román. EL PERIODICO
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La comarca de La Jara es su espacio geográfico natural. Se trata de una zona poco conocida localizada en el extremo este de la provincia, limítrofe con Toledo y con las comarcas de Campo Arañuelo y Los Ibores.
De su vegetación más representativa destaca por su abundancia la jara, que da nombre a la comarca, pero la encina, el alcornoque y el olivo también salpican estas tierras, en las que igualmente se pueden observan cantueso, retama, quejigo, madroño, brezo, helechos (en la sierra de Arrebatacapas en Navatrasierras).
Al hablar de Peraleda de San Román hay que hacer una referencia forzosa a los núcleos de poblamiento prehistóricos que hay diseminados por su término. Como ejemplo, valen las cuevas y el poblado calcolítico de Navaluenga, que se perfilan como uno de los complejos arqueológicos más interesantes al norte del Tajo, no sólo por la abundancia de materiales sino también por los paneles con pinturas y grabados rupestres que alberga, en medio de un paisaje erizado de caprichosas formas labradas por el tiempo en la roca granítica.
ALGO DE HISTORIA
En el siglo XI la población de San Román reunió un importante núcleo mozárabe en torno a una edificación eclesiástica, en la que se profesó culto al santo oriental que dio nombre a la localidad, que no prosperó como municipio hasta el XVI, centuria en la que es absorbida por una alquería vecina llamada entonces Peraleda de Garvín, situada en un lugar mucho más abierto y favorable. No obstante, en el siglo XIX, argumentando las frecuentes confusiones a que da lugar su nombre, solicitan el cambio por el de Peraleda de San Román, a lo que se accede firmando el decreto el entonces general Espartero en 1842.
Sus calles son generalmente estrechas y tortuosas, abundando las plazuelas y solanas, de aspecto cuidado y agradable que proporciona un encanto nostálgico.
De sus edificios religiosos, resaltar la parroquia de San Juan Bautista, construida a base de sillares graníticos labrados y con módulo, salvo en la portada principal, donde se recorta la silueta de otro templo anterior, levantado con aparejo irregular, hasta su coronamiento, donde ostentó una espadaña con arcos de medio punto que han sido cegados al quedar por debajo de la cornisa de la iglesia actual. De las antiguas iglesias sólo quedan restos.
En los alrededores se pueden visitar lugares como peña Castillo, la Canchera de la Atalaya o el Castillo de Alija. Además, a la derecha del camino que unía el Castillo con Talavera la Vieja hay un grabado de herradura combinado con otros motivos cruciformes que se suponen añadidos con afán cristianizador. El camino estaba enlosado.