Logrosán: Las mujeres toman la iniciativa y destierran los tópicos
10 madres de familia forman Villuerclaje, una cooperativa que recicla cartones y plásticos.
Las mujeres reparten butano en Logrosán. La cooperativa forma parte de Femar (Formación de la Mujer y Empleo en el Ámbito Rural), una asociación que se fundó en el 2002 y que aglutina a 450 socios en un pueblo de 2.500 habitantes.
La residencia de ancianos es el proyecto más ambicioso de la agrupación. Sus innovadoras iniciativas les han valido numerosos premios y reconocimientos.
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Encarni, una madre de familia de Logrosán, se levanta a la siete de la mañana, prepara la comida para su familia y se dirige al trabajo. Ser mujer trabajadora implica sacrificios, y ella lo sabe. A sus 44 años nunca pensó que encontraría su oportunidad laboral en las bombonas de butano y en el fondo de los contenedores.
Con todo preparado en casa, llega a la nave de Villuerclaje, la cooperativa de la que es presidenta y que ha montado junto a otras nueve mujeres del pueblo. Allí le esperan Catalina, Pepi y Justina, socias y compañeras. Se suben a la furgoneta y listas para el reparto inician su ruta diaria. En la parte trasera del vehículo llevan la mercancía: diez bombonas de butano y sacos vacíos para llenarlos de cartones y plásticos que recogen a mano en los contenedores azules y amarillos de la comarca de Las Villuercas.
Las diez socias de Villuerclaje han conseguido que el reparto de butano deje de ser una actividad estrictamente masculina y que el reciclaje sea más que una cuestión ambiental. En este pequeño pueblo cacereño, se han acostumbrado desde hace ya tiempo al trabajo de las butaneras y a separar los residuos. Pero la experiencia de estas mujeres, más que una historia singular que rompe con los tópicos, es una historia llena de trabajo, esfuerzo y sacrificio.
El peso de los sacos llenos de cartón y la fuerza con la que se agarran a las bombonas son un buen ejemplo de ello. En la puerta de Maribel, una de las clientas, dejan la primera bombona del reparto. «Acabas con un dolor importante en las cervicales», cuenta Pepi sujetando, junto a su compañera, una de las bombonas. En este trabajo han tenido que capear todo tipo de comentarios. Les decían, incluso, que era demasiado esfuerzo para ellas.
Pero cada vez son más los clientes y las ventas. Reparten entre diez y quince bombonas al día, dependiendo de la estación del año.Pasión por el trabajoViendo la pasión con la que hablan de reciclaje y del negocio que han puesto en marcha es fácil suponer que para ellas repartir butano y recoger cartones, más que un trabajo, es su oportunidad de tomar la iniciativa.
En el trayecto recuerdan los inicios de Villuerclaje, cuando veían con escepticismo e incredulidad que del reciclaje se pudieran extraer beneficios económicos. Empezaron a creer en él gracias a Isabel Villa, a quien se le ocurrió la idea en un curso de medio ambiente. Cuando lo terminó explicó las posibilidades del reciclaje al resto de mujeres.
El entusiasmo de Isabel les contagió y en el año 2002 empezaron a recoger los residuos. Al principio no había ni contenedores en los pueblos para separar la basura, así que tuvieron que pedir que los pusieran. En aquellos momentos lo de reciclar era una cuestión más teorica que práctica. No se desesperaron cuando, al principio, no veían ni un sólo euro de todo lo que recogían y las subvenciones era lo único que mantenía a flote la idea.
Según Isabel, hoy ya no necesitan subvenciones. «Ahora esto es nuestro sustento y encima contribuimos a fomentar la educación ambiental», sentencia Encarni. Cuando sus compañeras señalan a Isabel como la verdadera artífice de Villuerclaje, ella responde con humildad que el único mérito es el de las mujeres que trabajan, «aunque, por supuesto, me siento muy satisfecha por haber materializado mi idea en un proyecto que funciona y del que podemos vivir sin subvenciones».
Impulsar el reciclajeAdemás de luchar contra el desempleo femenino, otro de los méritos de Villuerclaje es haber impulsado el reciclaje en la comarca. En los pueblos ya las conocen y saben que cuando reciclan los contenedores azules y amarillos se convierte en una oportunidad de trabajo para las mujeres. Este compromiso se aprecia en todos los contenedores abarrotado de cartón que a mano descargan Catalina, Justina y Pepi.
En su ruta de hoy se detienen en 28 puntos de recogida. Poco después de la una y media de la tarde, con la furgoneta llena de sacos y con las bombonas vacías, vuelven a la nave de la cooperativa. Allí seleccionan los residuos y los preparan para la venta. El papel y el cartón se lo venden a Reexsa y el plástico lo llevan a las plantas de residuos de Talarrubias y Mérida, donde les paga por la recogida la sociedad Ecoembes.
Pero la actividad y la iniciativa de las mujeres de este pueblo no queda sólo en el reciclaje y en las bombonas. La cooperativa tan sólo es el hijo más aventajado de Femar, la Asociación por la Formación y el Empleo de la Mujer en el Ámbito Rural, fundada en el año 2001 y que en la actualidad cuenta con 450 socios en un pueblo de 2.500 habitantes.
Su presidenta es Isabel, que a sus 37 años se ha propuesto encontrar oportunidades de empleo a todas las mujeres a través de esta asociación. Desde Femar busca subvenciones a la que puedan acogerse y desarrollarlas en al comarca de Las Villuercas. Además de la cooperativa, gestiona dos tiendas, una de productos extremeños y otra de complementos, e imparte cursos de formación sobre reciclaje.
El próximo proyecto que tienen entre manos es una residencia de ancianos. Orgullosa, Isabel nos enseña los cimientos de lo que un día será el geriátrico que gestione Femar. Una obra con un presupuesto de más de 757.000 euros que en un año y medio acogerá a 36 ancianos y dará trabajo a 25 personas. Para financiarla cuentan con una subvención de la Junta de Extremadura y con la puesta en marcha de una banca ética en la que los vecinos del pueblo invierte renunciando al interés.
El geriátrico, las tiendas, los cursos de formación, la cooperativa... La iniciativa de las mujeres en Logrosán no cesa y poco a poco empieza a dar sus frutos y a comienzan a reconocer su trabajo. La Mención Especial en los Premios Espiga o en los Eurowards y la candidatura a los Premios Europeos de Medio Ambiente de la Fundación Entorno, donde pudieron contar su experiencia al Príncipe de Asturias, son sólo una parte de su currículum.
Desde que se fundó, Femar ha dado trabajo a 160 mujeres y se ha convertido en uno de los principales centros de empleo de la localidad. Estas cifras ha llamado la atención de otras asociaciones de mujeres, que se han interesado por su modelo y quieren imitar la experiencia de Villuerclaje. El interés que despiertan demuestra que además de cuidar de sus casas, de repartir butano y de vaciar contenedores, las mujeres de Logrosán se han convertido en un ejemplo a seguir.
Las dificultades para encontrar un puesto de trabajo en el mundo rural no ha frenado a las mujeres de Logrosán. Han decidido apostar por ellas mismas tomar, la iniciativa y olvidarse de los tópicos. Conducen camiones, reparten butano, reciclan cartones y tienen previsto construir una residencia de ancianos. La asociación que las agrupa, Femar, se ha convertido en uno de los principales centro de empleo del pueblo. Desde que se fundó ha dado trabajo a 160 mujeres, la mayoría de ellas amas de casa.
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