El tesoro de Aurelio
Junto a familiares y amigos, Aurelio Nava, natural de Bohonal de Ibor, celebra hoy un siglo de vida
Basta decir que Aurelio Nava Sánchez ayudó a construir la torre de la iglesia de su pueblo o que la primera vez que votó lo hizo al Marqués de la Romana para entender que cuenta con una edad -y una lucidez- que trasmite respeto a la vez que admiración.
Hoy, 20 de octubre de 2006, cumple 100 años y lo festeja junto a sus familiares y compañeros en la residencia de mayores Pablo Naranjo, de Romangordo, donde asegura encontrarse como en casa ya que se siente abuelo del resto de residentes.
Desde su Bohonal natal sus ojos han visto discurrir diferentes épocas que la gran mayoría solo conoce por los libros: las repúblicas, la dictadura de Primo de Rivera, la Guerra Civil, los años del hambre,... Sin embargo se considera un hombre afortunado que nunca tuvo enemigos ni nadie que le mirara mal, afirma, de ahí que superara con éxito el duro trance de aquellos años.
Pero su vida, al igual que la de muchos españoles, también corrió peligro cuando tuvo que marchar al frente, concretamente a Valladolid, donde permaneció 5 meses. El bando era lo de menos ya que lo importante era sobrevivir. «Si me hubieran dado a elegir no hubiese ido, pero cuando llegaba tu quinta tenías que ir obligado... Y nadie se negaba.
Si así lo hacías ya sabías que por la noche tenías que huir al frente republicano, que estaba de Valdelacasa y Villar del Pedroso para allá», recuerda.
Durante la entrevista le acompañan su hijo y uno de sus nietos, Tomás y Juan Antonio, quienes le han obsequiado con una chaqueta nueva, que el centenario bisabuelo se prueba para dar el visto bueno. Si no, la tendrán que devolver. «Me está bien, pero que sepáis que la que tenía antes me abrigaba más», comenta.
También son continuas las entradas y salidas del personal del centro, que se deshacen en halagos hacia Nava. «Es muy cariñoso», señalan, «siempre ha sido muy bueno», apostilla su orgulloso hijo.
Entre los recuerdos que más le han marcado, cita la muerte de su abuelo cuando tenía cuatro años de edad. «Nunca olvidaré cuando sacaron la caja a la calle y le pusieron la tapa», rememora. Al margen de los dulces con que le agasajarán sus familiares y amigos, el Ayuntamiento bohonalo también tiene previsto homenajear a su centenario vecino, una verdadera enciclopedia histórica andante que, aunque el oído no le funcione ya todo lo bien que desearía, «conservo bien la memoria, que es todo un tesoro».
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