Villuercas y Altamira
Dentro de la provincia cacereña, y situada en la confluencia de las sierras de Guadalupe, Villuercas yAltamira, con sus 1.600 metros de altitud, este nudo gordiano de todo el complejo sistema orográfico atesora múltiples paisajes repletos de frondosa hermosura.
Los valles fluviales del Vieja, Ibor, Almonte, Ruecas, Guadalupe y Guadarranque se desprenden de la montaña como viejos zarpazos que hieren al relieve serrano. Son cuencas profundas y largas, protegidas por los flancos abruptos de las cordilleras, por donde bajan aguas limpias y frías, en las que relampaguea la trucha, peinando helechos y mansiegas junto a las que negrean robles, castaños, quejigos y rebollares.
Estos retablos agrestes guadalupanos conservan, en muchos de sus lugares, el monte fragoso que durante siglos fue anotado por viajeros y poetas.
Aunque de suelos pobres y poco profundos, aprovechados para el viñedo y el olivar, la comarca está poblada principalmente por especies pertenecientes al bosque o monte alto, al hueco o adehesado y al jabo o matorral. La encina, que es el árbol por antonomasia de Extremadura, abunda en este término, pero son el castaño, el olivo y el matorral las tres especies más importantes de la zona. La rebollo, el chaparro, el madroño y el brezo, junto con la jara, el tomillo, la aulaga, el cantueso y las especies de laurisilva, dan idea de un bosque que en otros tiempos tuvo una gran importancia.
En los sitios de agua permanente abundan el aliso, el chopo negro, el fresno, el sauce, el olmo y el helecho. La rica y abundante flora de la comarca sirvió de fuente inagotable a la original botica jerónima del Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe, cuya actividad fue muy apreciada durante toda su existencia.
Pero si variada es su flora, no lo es menos su fauna. El ecosistema creado al abrigo de estos valles ha permitido la existencia y el desarrollo de muchas especies, presente aún hoy en ellos. Aunque el oso dejó de existir hace ya tiempo por estos abruptos terrenos, en cambio, en los frescos quejigares y robledales de las Villuercas, vive el corzo, hoy de forma abundante, al igual que el jabalí, el ciervo y algún lince. También pueblan estas frondosidades jinetes, garduñas y gatos monteses, conejos y perdices, estos dos últimos algo más escasos, y meloncillos, que se pueden localizar en los Guadarranques.
A lugares abiertos acuden las grullas, el martín pescador, las lavanderas y los mirlos acuáticos. En los alisos hay oropéndolas y picogordos, y en las sauceras los mitos. En los zarzalones mirlos y ruiseñores, chochines y petirrojos, y en la arboleda de las laderas, arrendajos y trepadores azul. Y en algún valle tranquilo buscan su alimento las cigüeñas negras.
Con su majestuoso vuelo dominan el cielo águilas calzadas y culebreras, y milanos negros y reales, mientras que entre los árboles cazan ágiles azores, gavilanes y alcotanas, que son observados desde los riscos más abruptos por los buitres leonados y águilas reales y perdiceras.
Los accesos a esta agreste zona son múltiples y variados. Desde la localidad de Guadalupe se llega a partir del Humilladero hasta el llamado Pozo de la Nieve, al igual que se puede hacer por la ruta de los molinos sobre el río Guadalupe y por la ruta de las ermitas. También se puede acceder a este importante vestigio de abundante y rica vegetación, que contiene la mayor mancha arbórea de la región, desde las localidades de Berzocana, Navezuelas, Cañamero, Logrosán y la ruta que desciende a través de Los Ibores.
Localidades y lugares de interés
Guadalupe
Centro espiritual de Extremadura y del fervor mariano en el resto del mundo. Su conjunto urbano está configurado por la Puebla y el Monasterio. La primera ofrece todo el sabor de los pueblos serranos, con callejuelas empedradas y edificios sustentados sobre soportales de madera, que desembocan en recoletas plazas, adornadas con sugestivas fuentes de agua fresca y cristalina. Entre sus edificios más notables se encuentra la Casa de Gregorio López, el Colegio de Gramática, el Hospital de San Juan Bautista y la Iglesia Nueva.
El Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe, construido entre los siglos XIV y XVI, es una bella obra de estilo gótico-mudéjar, en cuya iglesia destacan el coro, la sacristía con cuadros de Zurbarán, el relicario y el Camarín. En el resto del edificio se encuentran los claustros gótico, actual Hospedería, y el mudéjar, en cuyo centro se levanta un templete del mismo estilo y que sorprende por su artística construcción.
Resulta fácil adquirir en los numerosos comercios de la localidad ejemplares de la variada artesanía de la zona, principalmente las piezas trabajadas sobre cobre y latón.
Guadalupe también es un buen referente de la rica gastronomía de la comarca. Una gastronomía que sorprende por los originales y en ocasiones "humildes" productos empleados en la elaboración de exquisitos platos como las migas con torreznos, los cardillos salvajes, sopas de tomate, criadillas de tierra, caldereta de cabrito, cabrito asado, perdiz estofada y morcilla de berza, así como la repostería, en la que destacan las perrunillas, las roscas de muédago y la sopa dulce.
Los alrededores de la localidad ofrecen múltiples y variadas posibilidades: adentrarse en su exuberante naturaleza en busca de deliciosos paisajes, participar en cacerías en los numerosos cotos existentes o visitar los diversos edificios y monumentos diseminados por los campos, cuya historia ha estado estrechamente relacionada con el Monasterio, como sucede con las granjas de Valdefuentes y Mirabel y la ermita del Humilladero.
Cabañas del Castillo
Haciendo honor a su nombre, lo que primero destaca en esta localidad es su castillo, desde el que se divisan admirables vistas del entorno. Entre los edificios más significativos de la población se encuentran las iglesias de San Miguel, San Bernardino, Nuestra Señora de la Encarnación y de las Cabañas. Igualmente existen pinturas rupestres en las pedanías de Solana y Roturas.
Los bosques que rodean a esta localidad son refugio de numerosas especies de caza mayor y menor, lugares cuyo recorrido brinda la posibilidad de adentrarse en hermosos paisajes.
La visita a este pueblo depara además la oportunidad de degustar los exquisitos quesos de cabra que se elaboran de forma artesanal.
Navezuelas
Lo más destacado de esta localidad es el entorno en el que se encuentra, situada en el mismo centro de la comarca, en un paraje de gran belleza natural poblado por bosques de castaños y robles y rodeado de picachos agrestes. Su aislada situación ha favorecido el que se mantuviera intacto este ecosistema, al igual que se conservara en buena medida la arquitectura popular de sus casas y una gastronomía peculiar en la que destacan las migas con lomo y el cabrito a la brasa.
Berzocana
Esta localidad, que parece colgada de enormes roquedales montañosos donde anidan numerosas aves rapaces, incluye entre sus monumentos la Cruz de los Santos, donde aparecieron las reliquias de San Fulgencio y Santa Florentina, y la iglesia de San Julián, construida en mampostería y ladrillo durante los siglos XV y XVI, declarada Monumento Histórico-Artistico.
Las investigaciones arqueológicas realizadas en las proximidades de la localidad han puesto de manifiesto la existencia de pinturas rupestres, castros celtas y necrópolis romanas.
En el aspecto gastronómico resultan de interés las migas, la caldereta y el gazpacho.
Al igual que sucede con todos los pueblos de la zona, el entorno de Berzocana brinda la posibilidad de disfrutar de paisajes de gran belleza, practicar la caza y la pesca, así como refrescarse en piscinas naturales.
Alía
Cuenta con la iglesia mozárabe de Santa Catalina, cuyo exterior se encuentra en buen estado de conservación.
Junto a la localidad se extiende el valle del río Guadarranque, con una naturaleza desbordante en la cantidad y variedad de arbolado, donde dominan los chopos, abetos, cipreses, alisos, alcornoques y madroños. También resulta interesante el panorama en torno al embalse de Cíjara, ya en la cuenca del río Guadiana. Tanto los parajes, como los ríos y el embalse antes mencionado, aportan numerosas zonas para la práctica de la caza mayor y menor y la pesca.
Pero además de los recursos naturales, Alía ofrece otros aspectos de especial interés, como es su gastronomía, en la que predominan platos con nombres tan rotundos como el "rebolao", comida típica de pastores consistente en sopa de leche con trozos de conejo y perdiz fritos, o los "encanutados" y "candelillas", dulces típicos de la zona.
La artesanía es otra faceta que sobresale entre los atractivos de la localidad, con la elaboración de tejidos de lana y lino confeccionados en telares árabes.
Cañamero
En esta localidad se encuentra la iglesia de Santo Domingo de Guzmán y en sus proximidades las ermitas de Santa Ana y de Belén.
El agreste y frondoso paisaje en que se asienta la localidad es un nuevo motivo de interés, principalmente en torno al embalse de Cancho del Fresno y el río Ruecas.
Su gastronomía vuelve a proporcionar sabores característicos de la comarca, como sucede con las migas con torreznos, ajoblanco, bolla de chicharrones, y rosca de candelilla, todo ello acompañado por los excelentes vinos que han dado fama a la localidad. Logrosán
Situada en un zona de monte bajo, en la que predomina la abundancia de caza, esta localidad cuenta con la iglesia de San Mateo, construida entre los siglos XV y XVIII con elementos góticos y platerescos, las ruinas de San Cristóbal, la ermita de Nuestra Señora del Consuelo y diversas casas de los siglos XVyXVI.
Entre las variadas labores artesanales destacan las de elaboración de mantas, alforjas y encajes.
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