sábado, 30 de julio de 2005

La pesadilla de un pueblo rodeado por las llamas



La pesadilla de un pueblo rodeado por las llamas
El fuego obligó a los vecinos de Navalvillar de Ibor a abandonar sus casas e irse con lo puesto. En el pueblo se vivieron terribles momentos de verdadera angustia.


GEMA MORALES. Navalvillar de Ibor
Navalvillar de Ibor ha sido uno de los municipios más afectados física y psicológicamente por el gran incendio, que ha arrasado unas 12000 hectáreas de bosque y matorral en las comarcas de las Villuercas y los Ibores y que ha dejado sin más de la mitad de sus cultivos a ésta localidad. La tarde- noche del 21 al 22 de Julio, los vecinos de Navalvillar pasaron los peores momentos de la historia del municipio. Impotentes, presenciaron como el pueblo se veía envuelto por las llamas. Rodeados por el fuego, y a pesar de sus insistentes negativas, más del 80 por ciento de la población tuvo que abandonar sus casas con lo puesto, para ser trasladados a la vecina localidad de Bohonal de Ibor desde donde se les llevó, posteriormente, al pabellón de deportes municipal de Navalmoral de la Mata. Todo comienza a partir de las cuatro y media de la tarde aproximadamente, cuando algunos de los habitantes perciben señales de humo que surgen de entre la sierra, al noroeste de la localidad, por la zona de Robledollano. Lo que no se podían imaginar es que, en cuestión de unas cuantas horas el fuego, favorecido por el fuerte viento que soplaba ininterrumpidamente con rachas de hasta 50 km por hora, pudiera asolar la mitad del término municipal, llegando, casi, hasta las puertas de sus propias casas.

Son las cuatro y media de la tarde y avisado por un vecino, Fco. Javier Morales Cortijo, alcalde de Navalvillar de Ibor, sube a la terraza de su casa desde donde se pueden percibir las llamas del foco del incendio provocado en el término de Castañar de Ibor, concretamente en la carretera que va de Robledollano a esta localidad. Llama al 112 para solicitar medios aéreos y terrestres que paren el incendio pero recibe la noticia de que el retén de Navalvillar así como helicópteros, hidroaviones y demás efectivos del plan Infoex se encuentran intentando controlar otro gran foco de fuego provocado en Cañamero, por lo que tardarán tiempo en llegar. Mientras tanto, un grupo de vecinos de Castañar se han acercado para intentar cortar el fuego avistado en la junta de los ríos Ibor y Viejas. Allí, una patrulla de la guardia civil les impide intervenir hasta que se reciban órdenes superiores con lo que el fuego continúa avanzando imparablemente a lo largo del curso del río Ibor, dirección Navalvillar, y a lo largo de la carretera de Robledollano, dirección Castañar. A este último municipio, llegan las llamas quedándose a una distancia de 500 metros de las primeras viviendas pero un cambio de dirección del viento salva a la localidad poniendo ahora en peligro a Navalvillar de Ibor.
Javier, desde su terraza, ve como el fuego continúa acercándose mientras dos helicópteros sobrevuelan la zona pero sin poner medios para apagarlo. Ante el peligro inminente que corre su pueblo, decide llamar a algunos hombres jóvenes de la localidad para trasladarse al lugar de los hechos, pero a escasamente tres kilómetros del pueblo, en la zona denominada Las Alberquillas, limítrofe entre los términos de Castanar y Navalvillar, una patrulla de la guardia Civil les impide el paso por el peligro de las llamas que, con gran virulencia, ya han llegado hasta allí, llevándose por delante algunos animales y corrales de, al menos, tres ganaderías del municipio. Numerosos vecinos de Navalvillar también se han trasladado por su cuenta hasta este punto temiendo por las propiedades situadas en aquella zona pero ya nada se puede hacer y el fuego continúa imparable hacia Navalvillar.

Al mismo tiempo, al otro lado del río el fuego “trepa” por la finca del Rostro y avanza por la zona umbría de la sierra de Navalvillar a lo largo del curso del Ibor. El pueblo está rodeado y si no se hace nada para evitarlo, pronto las llamas llegarán a las puertas de las viviendas. Por las calles de la localidad se respiran nervios y miedo envueltos en una nube de humo. No hay línea en el teléfono fijo y llegan las primeras noticias de que hay que abandonar la localidad. Nadie quiere irse. Los niños lloran preguntando a sus padres lo que pasa. Los mayores, sin saber que hacer, corren asustados de un lado para el otro y cogen agua de sus casas y toallas mojadas para estar prevenidos en caso de no poder respirar. La megafonía del ayuntamiento anuncia que hay autobuses en la carretera para que toda la gente sea evacuada. Las llamas se están acercando y hay que marcharse del pueblo. La única vía segura de escape es la carretera que va a Navatrasierra, llena de curvas y tan estrecha que los autobuses apenas podrían circular por ella. La tensión aumenta por momentos pero afortunadamente y aún corriendo cierto peligro, la comarcal EX118 es abierta al tráfico para que puedan pasar los autobuses dirección Castañar de Ibor con destino Bohonal y Navalmoral de la Mata.
Se viven momentos terribles. Mucha gente quiere quedarse para luchar contra el fuego que amenaza dejarles sin nada. Miembros de la guardia civil y el 112 intentan convencer a los más testarudos que marcharse es lo mejor debido al peligro que corren sus vidas. Las llamas no se detienen, el humo ha invadido las calles y el ambiente se hace cada vez menos respirable. Medio obligados y a regañadientes, unas 350 personas entre mujeres, niños y ancianos, montan en los autobuses negándose a resignarse a lo que comienza a ser inminente. El fuego acabará con casi todo. Ya ha llegado a la zona de Los Molinos del río, a quinientos metros escasos de las primeras viviendas, y avanza con una velocidad pasmosa.
En el pueblo se encuentran el presidente de la diputación de Cáceres, Juan Andrés Tovar, cuatro retenes de bomberos del Plan Infoex, numerosas patrullas de la Guardia Civil y algunos militares del CIMOV Santa Ana de Cáceres, pero todos esperan órdenes superiores y ninguno actuará hasta que éstas lleguen. Además, es de noche, no conocen el terreno y la sierra es un laberinto de fuego para ellos. Unos cien hombres de Navalvillar, han decidido quedarse bajo su responsabilidad y observan atónitos cómo las llamas se deslizan por el río, llamas rojas persiguiéndose y alcanzándose, uniéndose y cruzándose entre sí y repartiéndose rápidamente. Sin esperar ni un momento más, deciden formar un improvisado retén para arrebatar al fuego, en una especie de conquista por la tierra, todo aquello que les sea posible. Luchan por un campo que les ha visto nacer y les ha alimentado durante años. Como unos auténticos héroes no les importa poner en peligro sus vidas a cambio de salvar a su pueblo de las llamas. Ayudados por los camiones de retenes, armados de palas, azadas, gomas y demás utensilios pretenden hacer cortafuegos que detengan el incendio. Pero todo se complica cada vez más. Mientras intentan sofocar el foco que hay en la parte baja del pueblo otro ha sido provocado en la parte alta. Es imposible que las pavesas hayan sobrevolado la zona y espontáneamente se hayan posado en este lugar por lo que este foco tiene que haber sido a propósito. Incluso algunos ven una moto pasar a toda velocidad por el camino de acceso a la carretera. Tienen que organizarse en grupos y repartirse por toda la zona para detener los focos de algún modo. Las llamas están por todas partes. Y así pasarán toda la noche hasta que por fin el fuego esté controlado.

Algunos desalojados hemos cogido nuestros propios coches y nos hemos refugiado con nuestros familiares en Castañar, queriendo alejarnos lo menos posible. Los autobuses llevan al resto a Bohonal de Ibor donde la ayuda prestada por los vecinos es total y absoluta. Todo el pueblo de Navalvillar y, en su representación, el alcalde del municipio se muestran enormemente agradecidos con todos los habitantes de Bohonal de Ibor por la gran ayuda y el apoyo ofrecido a todos los afectados. Rápidamente y muy bien organizados, los bohonalos se vuelcan incansable e incondicionalmente, en todo momento, para atender cualquier tipo de necesidad que surge entre los vecinos afligidos, llegando incluso a ofrecer sus propias camas para alojar a la gente. Los niños de Bohonal reparten pasteles, zumos, yogures, y todo lo que tienen en sus casas para atender las necesidades de los niños de Navalvillar y, en genera,l todo el pueblo se vuelca ayudando a los navalvillotes. Posteriormente los desalojados son trasladados al pabellón municipal de deportes de Navalmoral de la Mata que es adecuado para acogerlos y donde pasaran el resto de la noche. Según el Agente de Empleo y Desarrollo Local de Navalvillar de Ibor, Álvaro Sánchez, que está durante todo el tiempo acompañando a los vecinos evacuados en Navalmoral, aquí se viven los peores momentos de angustia debido, sobre todo, a que las noticias recibidas apuntan que el fuego se va aproximando cada vez más a las viviendas y al gran peligro que corren sus familiares que se han quedado en el pueblo para intentar sofocar las llamas y que éstas no acaben con todo. Desde este lugar, doce personas son trasladadas al Hospital Campo Arañuelo con el diagnostico de cuatro cuadros de ansiedad, seis subidas de azúcar y dos de hipertensión arterial. Además diecisiete ancianos son llevados a una residencia geriátrica debido a su débil estado de salud. El resto de personas pernoctan en camillas en el propio pabellón. La atención recibida es excelente en todo momento. Al lugar acuden la Consejera de Bienestar Social, Leonor Flores Rabazo, y el Consejero de Sanidad, Guillermo Fdez. Vara, quienes colaboran en el traslado de los enfermos con los servicios de Cruz Roja, 112 y Guardia Civil. Son ellos mismos los que permanecen al lado de los afectados, calmando y atendiendo a cada persona en particular y quedándose con los desalojados hasta las cuatro y media de la madrugada.

Son las cinco de la mañana y algunos vecinos que nos hemos quedado en Castañar decidimos volver a casa, por nuestros propios medios, antes de recibir la orden. Estamos deseando conocer las dimensiones de lo ocurrido. Hemos estado en todo momento pegados al teléfono móvil, hablando con nuestros familiares que se han quedado apagando las llamas y temiendo por sus vidas.
Empieza a amanecer y la imagen es desoladora. Una nube de humo cubre toda la zona intentando tapar el desastre. Avergonzada, parece que no quiere dejar que se vea el enorme daño que el fuego ha causado durante toda la noche. Bosques enteros de hermosos robledales, laderas pobladas de alcornoques, jaras, encinas y brezos, reducidos a cenizas. Cuidadas plantaciones de castaño y olivo, medio de vida y principal fuente de ingresos del municipio, extinguidos y convertidos en negros esqueletos de carbón. Un paisaje antes próspero y fértil trocado ahora en estéril y humeante. Una sierra “seca como la teta que ya no da leche”. Y en la mente de los navalvillotes un sólo pensamiento: “¿Qué nos han hecho? ¿Qué manos negras y sin conciencia han podido acabar con toda una forma de vida? ¿Cuántos años de esfuerzo y amor por la tierra reducidos a humo y a polvo? ¿Volveremos a recuperar lo perdido? Veremos las heridas más presentes durante mucho tiempo en nuestro entorno...otras, las que se quedan en nuestras almas son más difíciles de visualizar. Habrá ayudas para aquellos que lo han perdido todo. Nos darán una “teta” para saciar nuestra hambre, pero no es la “teta” la que nos alimentaba, sino la “leche” abundante que manaba de uno de los bosques más bellos, emblemáticos y mejor conservados de toda Europa y que la mayoría de nosotros no podremos volver a contemplar jamás”.

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