La familia acaba de recuperar los restos de Victorino Pereda tras 62 años
“La tumba del rojo”: un cura enterró a un maquis a la entrada del cementerio para que todos la pisaran
Victorino Pereda, Ino, estuvo enterrado durante 62 años en una fosa sin nombre. Como miembro de la resistencia franquista armada de los maquis, Ino fue abatido en la montaña por la Guardia Civil en 1945.
Después de estar enterrado en la entrada de un cementerio porque el cura decidió que todos pisaran “la tumba del rojo”, ahora su familia ha recuperado sus restos y su memoria.
La Guardia Civil abatió a Ino en 1945 en la sierra de Villuercas (Cáceres), después de que se aventurara desde la montaña a buscar comida para sus compañeros maquis. En El País recuerdan su historia a raíz de que sus restos hayan sido recuperados por la familia, en una información de Javier Lafuente. A la entrada del cementerio, como escarnio El periplo del cadáver del guerrillero se inicia tras ser velado, y aunque muchos pidieron prenderle fuego, el cura, por si Ino hubiera sido católico, decidió que debía ser enterrado.
Pero, como escarnio, decidió que se hiciera en la puerta del cementerio, para que todo el mundo pudiese “pisar la tumba del rojo” de por vida, tal y consta en el libro de muertos de la parroquia. Exhumación con la ayuda del Foro por la Memoria La familia no tuvo noticias del destino de Ino hasta mucho después. Uno de sus nietos, el sociólogo Ángel Serrano, prometió que lo encontraría y finalmente lo consiguió a raíz de localizar el pueblo de Roturas, ya que sabía que le informaron de que su abuelo se había movido por la zona como guerrillero. Más tarde, con la ayuda del Foro por la Memoria, comenzaron labores de exhumación.
Un equipo de arqueólogos, abogados, voluntarios, una psicóloga y cámaras de televisión se desplazaron el sábado hacia Roturas. El alcalde, Julio García, bisnieto de los dueños de la majada donde murió Ino, colaboró en las labores. Otra vecina víctima del cura Hace apenas un mes, Elisa, una vecina de Roturas, cuando supo que se iba a exhumar a Ino, confesó que su madre, Trinidad Álvarez, estaba enterrada sobre él. Aunque murió de forma natural en los años 50, el cura también quiso que fuera pisoteada eternamente por ser una mujer de izquierdas, el cura quiso que también fuera pisoteada eternamente. Su hija había callado por miedo al estigma social del qué dirán. Ahora han sido recuperados los restos de ambos, que fueron el pasado domingo homenajeados por el Foro por la Memoria.
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