Berrocalejo, a orillas de Valdecañas
Berrocalejo, a orillas de Valdecañas
Este municipio cacereño contó con un importante núcleo de población hispano-visigoda asentado en el ribero de Peñaflor, a los pies del Tajo. También conserva restos romanos como el puente del Conde, importante paso de los ganados mesteños durante el siglo XVI
Vista de la localidad de Berrocalejo, junto al Tajo y al pantano de Valdecañas. Destaca la iglesia. (07/12/2003)
Vista de la localidad de Berrocalejo, junto al Tajo y al pantano de
Al igual que su vecina población de El Gordo, las gentes que fundaron Berrocalejo procedían de la Puebla de Naciados, pero en el pasado esta localidad ya contó con un importante núcleo de población hispano-visigoda asentado en el impresionante ribero de Peñaflor, a orillas del río Tajo.
Atalaya de Peñaflor. Ciudadela tardorromana. Atalaya islámica. Berrocalejo comprende unas extensas ruinas de lo que sin duda constituyó un vicus del bajo Imperio. Han sido hallados sepulcros excavados en la roca, molduras decorativas, capiteles, basas, fustes de columnas y una ingente cantidad de sillares producto de intensos trabajos de cantería, que tal vez fueron orientados a la construcción del puente llamado del Conde.
Este monumento desconocido nació para comunicar los territorios del norte con los de la Augustóbriga romana, frente a la cual fue imposible construirlo, debido a los cambios de curso que efectuaba el cauce del río, en un tramo de litología endeble. Dicho puente, al que se le conoce como del Conde de Miranda porque unía las orillas de su jurisdicción, formó parte de una vía subsidiaria que partía de Augustóbriga (más tarde Talavera la Vieja) en dirección a Caesaróbriga (Talavera de la Reina).
TEMPLO DE LA ASUNCION Al indudable mérito artístico de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción se añade la extraordinaria perspectiva paisajística recreada por el pantano de Valdecañas, abierto a sus pies como un mar interior. Debe la fortaleza de la obra a una parte de los estipendios que le proporcionaba el paso de los ganados mesteños por el Puente del Conde, cuando en el siglo XVI el comercio de merinas estaba en auge.
Cuenta la tradición que la edificación de este templo se realizó por mandato de fray Hernando de Talavera, confesor de la reina Isabel la Católica, cuando era obispo de Avila en el año 1486, tiempos en los que Berrocalejo pertenecía a aquella diócesis.
Junto a la carretera que conduce a Valdeverdeja se levanta otro templo, la ermita de Nuestra Señora de los Remedios, un pequeño recinto cuyo principal atractivo reside en el retablo barroco, fechado en 1764, con una imagen de la Virgen con el niño, de características también barrocas, que sustituyó a la talla expuesta hasta el año 1936.
El culto a la Virgen de los Remedios tiene su origen en el siglo XV, cuando se estaba produciendo el asentamiento de los primeros moradores de Berrocalejo, aunque su primitiva ermita se halló hacia el sureste de la actual, en un olivar que todavía conserva el topónimo relacionado con el primitivo edificio.
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