El incendio de Los Ibores
El incendio de Los Ibores
ABEL MARTÍNEZ GÓMEZ/NAVALVILLAR DE IBOR
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Me dirijo al presidente de la Junta y al consejero de Medio Ambiente para expresarles mi malestar por los incendios en Los Ibores y que afectaron especialmente a Navalvillar. Hay cuestiones que conviene matizar. Primero: Si se hubiese actuado cuando el fuego se desató, posiblemente no hubiese alcanzado las dimensiones que tomó.
Segundo: La presencia masiva de medios de extinción no garantizaba la sofocación del incendio, puesto que se necesitaba la segunda parte, que no es otra que la actuación. Ver cómo gran parte de esos efectivos contemplan el espectáculo sin llegar a implicarse en la extinción es descorazonador para los habitantes de las poblaciones implicadas, hasta el punto que fueron los propios vecinos quienes tomaron parte de forma activa en la lucha contra el fuego.
Todo esto después del incendio, pero es bueno y además procede preguntarse por el antes. ¿Qué hemos hecho para prevenir este tipo de catástrofes? ¿Hemos puesto los medios adecuados para evitar la propagación del fuego? Siento decirles, y créanme que lo siento, puesto que en este incendio he perdido buena parte de mi patrimonio, que la labor preventiva ha sido poca, por no decir que ha sido inexistente. Esto es así hasta el punto de habérsenos denegado a los agricultores, en numerosas ocasiones, la posibilidad de efectuar labores de limpieza en el campo. Valdría la pena pararse a pensar un momento si la política medioambiental llevada a cabo durante estos años ha sido la correcta. Si fuésemos a una evaluación de resultados, claramente habría que suspenderla. No querría terminar sin advertir que ante este tipo de sucesos, es conveniente que los medios de ayuda externos que se acercan a zonas desconocidas se pongan a disposición de las autoridades locales, que son quienes mejor conocen el terreno y las peculiaridades del mismo.