Tajo al tajo (Reportaje Interviu)
A pesar de ser de que este año ha llovido mucho, hay un tramo del Tajo donde es posible cruzar el río a pie. Entre dos embalses de las provincias de Toledo y Cáceres, el río no lleva casi agua.
Las marcas de humedad recuerdan la abundancia de los pasados años. Los extensos bancos de arena y el fango del cauce dificultan hoy las actividades en el río. El potente Tajo se convierte aquí, en el sur de la provincia de Toledo, en un riachuelo de no más de un par de metros de ancho y menos de dos palmos de profundidad.
A pesar de que este año ha llovido más que el anterior y el verano no se ha dejado notar tanto, el río lleva mucha menos agua que el año pasado. David Serrano, un piragüista de Talavera que es un asiduo en los descensos por el río, ya no puede practicar su deporte como antes: “Hemos pasado de disfrutar el río a tener que hundirnos hasta las rodillas para poder atravesarlo”.
La última vez que intentó con un amigo bajar el Tajo por Valdeverdeja, a principios de mes, tuvieron que cargar con la piragua a hombros y “hacer a pie muchos tramos. Antes no teníamos que bajarnos de la piragua en ningún momento”.
El pueblo toledano de Valdeverdeja se encuentra en el camino a las obras de una urbanización de lujo, en el tramo de cuarenta kilómetros de río que va desde la presa de Azután hasta el embalse de Valdecañas, ya en Cáceres. Los colectivos de Ecologistas en Acción de Toledo y de la comarca extremeña de Campo Arañuelo buscan la explicación a este desecado en el estruendo de excavadoras y grandes camiones un poco más al oeste. En una zona que antes contenía agua, en el embalse de Valdecañas, han comenzado grandes movimientos de tierras para un complejo turístico, Marina Isla de Valdecañas: 48 hectáreas de viviendas de lujo, un campo de golf, un hotel, una playa artificial y un puerto deportivo para más de 100 embarcaciones, todo en una isla situada en el propio embalse, en los términos municipales cacereños de El Gordo y Berrocalejo.
El complejo ha sido aprobado por la Agencia Extremeña de Vivienda y declarado como Proyecto de Interés Regional por la Junta de Extremadura. Pero los ecologistas sostienen que tendrá un gran impacto, sobre todo el puerto: “Hemos tenido problemas con las barcas porque a veces pescan con motor, debajo de un nido con polluelos. El ruido asusta a las aves adultas, que abandonan a sus crías, y al final los pollos mueren de insolación. Si ahora, en lugar de dos barcas hay que controlar a doscientas...” Quien lo cuenta es un miembro extremeño de Ecologistas en Acción. Prefiere no dar su nombre.
En El Gordo y Berrocalejo últimamente ser ecologista tiene sus riesgos. Tiene menos problemas para hablar públicamente Miguel Ángel Sánchez, portavoz de la Plataforma en Defensa del Río Tajo en Talavera, una activa entidad que ha ido cobrando influencia en la ciudad por coordinar a los colectivos locales que se preocupan por el río. Sánchez cree que esta situación “podría llegar a ser un desastre ecológico”. El nivel del río se ha reducido a su mínima expresión, lo que a su vez se ha derivado en un menor nivel del embalse de Valdecañas. Si en agosto de 2006 el embalse registraba 760 hectómetros cúbicos del total de sus 1.446 de capacidad, este año alcanza los 495 hectómetros cúbicos de una media de 679 en la última década.
El paraje y el embalse de Valdecañas son ecosistemas protegidos por la UE como Lugar de Interés Comunitario y Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA). “Lo que ha ocurrido es muy extraño. Nunca ha estado tan baja el agua –dice Sánchez–. El año pasado fue uno de los más secos del siglo y tanto el embalse como el río estaban mucho más altos.” La Plataforma culpa de la sequedad “al Ministerio de Medio Ambiente, sobre todo a la Confederación Hidrográfica del Tajo, que es la que tiene encargada por ley la gestión de los recursos del río”.
Un informe de Ecologistas en Acción de Campo Arañuelo sobre el desecado del Tajo recuerda que “la normativa exige a los Estados miembros de la UE que tomen medidas contra aquellos elementos que deterioren el hábitat o perturben a las aves que residan en una ZEPA”. Valdecañas es una importante zona de invernada de aves acuáticas y de grullas, y además un área primordial para la reproducción de especies en peligro de extinción, como la cigüeña negra, y otras sensibles a la alteración de su hábitat, como el águila perdicera. Aguas arriba, el Tajo, a su paso por Valdeverdeja, “es un área crítica para la cría de cigüeña negra y cualquier modificación de las características del río suponen un daño muy fuerte para la especie –dice Miguel Ángel Sánchez–.
Por eso vamos a exigir explicaciones al Ministerio de Medio Ambiente, a la Confederación y al Gobierno de Castilla y La Mancha”. La Plataforma de Talavera no puede todavía demostrar con documentos la relación entre las obras de la urbanización y el desecado del río. Sin embargo, Francisca, más conocida como La Paca, vecina de El Gordo, lo tiene claro: “Necesitan que esté sólido para construir, y por eso han desecado el río. Lo peor es que no se dan cuenta de que eso perjudica a los animales a las personas y a todo el entorno. Ese complejo no va a beneficiar a nadie aquí”.
La Paca vivía en Madrid, pero, enamorada de la comarca, se prejubiló y se trasladó al pueblo cacereño. Asegura no tener miedo a pesar de haber desenterrado el hacha de guerra contra la urbanización y de que “el terror que se ha sembrado en Extremadura es bestial; cada persona que da la cara se juega su puesto de trabajo”. La Paca relata que a su compañero sentimental, que trabaja como albañil, le han denegado obras que ya tenía concedidas por su oposición a Isla Marina: “A los que nos ponemos en contra nos miran mal.
Los vecinos de El Gordo y de Berrocalejo están a favor porque se creen que con la urbanización van a llover billetes, y eso no va a ser así”. Algunos billetes ya han llovido: Ecologistas en Acción de Campo Arañuelo habla de una pequeña finca por la que la promotora ha pagado a un cabrero 90.000 euros; antes no valía más de 1.200. “Este proyecto es abrir la veda para el resto de pueblos, que ya se están moviendo para urbanizar. ¡Esto debe ser la extensión de Monfragüe, y no un paraje de ladrillos!”, se lamenta Roberto Oliveros, miembro de Ecologistas en Acción de Toledo.
La CHT e Iberdrola se defienden La Confederación Hidrográfica del Tajo (CHT) argumenta, entre otras cosas, que el agua se está soltando normalmente para las turbinas hidroeléctricas de Iberdrola: “Esa zona [la desecada] forma parte del vaso del embalse y no parte del río –dice una portavoz de la CHT–. La Confederación no puede decir nada porque está dentro de los límites que gestiona Iberdrola, que tiene la concesión para explotar los recursos hídricos”. En esa línea, la hidroeléctrica responde, a través de un portavoz, con contundencia: “Siempre hemos actuado con rigor.
La concesión nos marca unas reglas de juego y nosotros las cumplimos. Es más, muchas veces hemos perdido dinero y gran capacidad energética para paliar la situación del río porque nos preocupa su estado”.En cuanto a las obras en el embalse, Iberdrola añade: “Aseguramos al cien por cien que nada tiene que ver el estado del río con la urbanización”. La CHT añade: “Han aprovechado ahora que el embalse está más bajo para hacer los movimientos de tierra porque de lo contrario no podrían”.
Luis y Paco llevan toda su vida en Valdeverdeja, su pequeño pueblo ribereño. Los dos se criaron allí y allí cuidan a sus caballos y cabras. Este verano, cuando se asoman al río, la poca agua que lleva refleja unos semblantes tristes: “Yo jamás había visto esto así, hecho una pena. Desde mayo baja el Tajo sin caudal, los peces no se pueden ni comer”, dice Luis. La opinión es generalizada en el pueblo toledano. Estos días los pastores han tenido trabajo extra sacando a sus ovejas atrapadas en el fango. “Alguien debería meterle mano al río. Da mucha pena. Hasta hoy nunca se podía pasar andando y ahora se puede cruzar hasta la otra orilla sin problemas”, se lamentan Paco y Luis, dos pastores que anhelan el rumor del agua.
Roma saqueada
El descenso del nivel de agua en el embalse de Valdecañas ha dejado al descubierto las ruinas romanas de Augustóbriga, importante ciudad de paso entre Mérida y Toledo, que quedaron anegadas junto al pueblo de Talavera la Vieja en los años sesenta. A pesar de que en su momento parte del templo de la ciudad (en la imagen) fue trasladado fuera del pantano piedra a piedra como homenaje al pueblo, muchas valiosas piezas arqueológicas pasaron a formar parte de colecciones particulares de familias de la zona. El año pasado, los vestigios romanos se escondían de la avaricia bajo el agua. Sin embargo, este verano, tras el desecado del río, Augustóbriga ha emergido de nuevo para dar testimonio de la importancia que la zona tuvo en el pasado. Ahora, el tajo que le han dado al Tajo propicia que los saqueadores, detector de metales en mano, merodeen por la zona en busca de cualquier pieza con valor que puedan expoliar. La gente de la zona dice haber visto incluso cómo llegaban camiones al lugar para acarrerar pesadas y majestuosas piedras del fondo del embalse.
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